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Cocaina, la soledad del adicto

Cocaina, la soledad del adicto

Publicado el Lunes, 24 de Noviembre de 2014

 

La cocaína es la segunda droga ilegal más consumida en España, después del cannabis, según informes del PNSD (Plan Nacional sobre Drogas), situándose los mayores niveles de consumo en varones de entre 15 y 34 años. La cocaína es una sustancia cuyos efectos principales sobre el Sistema Nervioso son un aumento de la energía y del estado de ánimo (euforia) junto con hiperactividad y disminución de la sensación de fatiga y de la necesidad de sueño. Otros efectos son ansiedad, irritabilidad, mayor fluidez verbal y, en ocasiones, reacciones paranoides. El consumo continuado de cocaína provoca un aumento de la tolerancia del organismo ante estos efectos y, en consecuencia, mayor necesidad de la sustancia para conseguir las mismas sensaciones.

En los últimos años es frecuente el consumo esporádico asociado al ocio y fines de semana, un patrón que se caracteriza por el mantenimiento de actividades y rutinas normalizadas durante la semana y consumos de cocaína en cantidades variables durante los fines de semana, a menudo junto con otras sustancias (alcohol, anfetaminas, etc.), en compañía de otros y en relación con el tiempo libre y la diversión (bares, discotecas, etc.)

Con respecto a la prevención de complicaciones futuras, la característica fundamental del consumidor de cocaína “de fin de semana” es una escasa conciencia del riesgo que conlleva su consumo y una falsa sensación de control sobre la sustancia: creen que “controlan” su consumo y que serán capaces de “dejarlo cuando quieran”. Este tipo de pensamientos distorsionados les diferencia en ocasiones del consumidor habitual o que mantiene un patrón diario, que de alguna manera sí es consciente de que padece una adicción.

La creencia de que si una persona no es consumidora diaria de cocaína no padece realmente una adicción es un mito que provoca un retraso en la solicitud de tratamiento y contribuye a agravar el problema. Es frecuente que los consumidores en contextos de ocio o esporádicos oculten el consumo a su familia y allegados incluso durante años, hasta que su círculo se entera del problema de forma repentina por algún suceso relacionado con las consecuencias negativas más frecuentes de este tipo de adicciones: desaparición de sumas de dinero imposibles de justificar, pérdida del empleo, consecuencias legales (multas o detención policial) o episodios de agresividad o alteración mental secundarios al consumo de cocaína. Es en este momento en que el consumidor comienza a experimentar las consecuencias negativas de su comportamiento cuando suele producirse la solicitud de ayuda profesional, ya sea presionado por su familia o porque ha empezado a tomar conciencia de que no mantiene el control que él creía sobre la sustancia. En este momento las relaciones familiares ya están deterioradas, la desconfianza y los intentos de control se han instalado entre el consumidor y su familia y la reparación de esta dinámica alterada es parte esencial del tratamiento rehabilitador.

En INTAD apostamos por la prevención de las adicciones y ofrecemos itinerarios de tratamiento incluso en fases iniciales del proceso de adicción. Tanto el consumidor como su familia pueden beneficiarse de un proceso terapéutico individualizado que aborda, desde un enfoque multidisciplinar, los principales problemas físicos, psicológicos, familiares y sociales que ocasiona el consumo de cocaína.

 

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